Teoría del conocimiento
Una de las formas tradicionales de afrontar el problema de la influencia de los
factores sociales del conocimiento se planteó, ya en el siglo XVIII, en torno
al tema de la tolerancia. Para los pensadores de la Ilustración, que veían
con tanto optimismo la condición humana, la razón debía ejercer su tarea
canalizar, conocer y aplicar sus ideas- con independencia, puesto que tenía la
capacidad ella sola de llegar a abarcar todos los conocimientos.
HUME centra su crítica en la relación
causa-efecto o relación de causalidad. Esta relación no es corroborada por
ninguna experiencia concreta. La costumbre de haber visto aparecer las mismas
cosas en el pasado en una determinada relación nos lleva a afirmar que esta
misma relación
seguirá dándose en el futuro y no la constatación efectiva sobre su relación
real, que nos es de todo punto desconocida.
Nos
hallamos frente a un escepticismo que, de tan radical, se auto contradice,
puesto que al afirmar que es imposible alcanzar la verdad, ya está afirmando
una tesis como verdadera.
El escepticismo radical
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Pregunta problema
¿Cuáles son las fuentes que proporcionan
un conocimiento cierto? ¿Cómo diferenciar estas fuentes de aquellas que no lo
hacen?
Desempeños
- Reconozco
los contextos desde los cuales son formuladas las argumentaciones.
- Selecciono
la información recibida y establezco el carácter filosófico de sus
fuentes.
Fecha de entrega de las actividades 20 de noviembre de 2020
Para el sentido común científico (que yo
acepto), es obvio que sólo se conoce una parte infinitesimal del universo, que
hubo épocas incontables en las que no existió ningún conocimiento y que
probablemente habrá otras incontables edades futuras sin conocimiento (..). Lo
que cada hombre conoce depende, en un sentido importante, de su experiencia
individual: conoce lo que ha visto y oído, lo que ha leído y lo que se le ha
dicho, y también lo que ha sido capaz de inferir a partir de estos datos. Lo
que está aquí en el tapete es la experiencia individual, no la colectiva, pues
se necesita una inferencia para pasar de mis datos a la aceptación del
testimonio. Si yo creo que existe un lugar tal como Semipalatinsk, lo creo en
virtud de cosas que me han sucedido a mí; y a menos que se acepten ciertos
principios de inferencia sustanciales, deberé admitir que todas esas cosas
podrían haberme ocurrido sin que existiera tal lugar.
B. RUSSELL: El conocimiento humano
El tema del conocimiento ha sido una
cuestión central en la historia de la filosofía. Ya los primeros filósofos, los
presocráticos, se plantearon cómo el ser humano era capaz de conocer la verdad.
Esta tendencia venía avalada por una concepción determinada que suponía que lo
que el hombre debía conocer era la esencia de las cosas. No les preocupaba tanto
saber cómo conoce el hombre cuanto que es lo que conoce. Estaban más
preocupados por conocer la realidad que por el conocimiento mismo. A partir de
la Edad Moderna, este punto de vista cambia. Con Descartes (1595-1650), que
inaugura la filosofía moderna, aparece una verdadera preocupación por el
conocimiento, por el modo en que el sujeto es capaz de conocer. Se pregunta en
qué condiciones puede efectuarse y alcanzarse un conocimiento cierto y cuáles
son sus límites. Es a partir de él cuando se plantea definitivamente el
problema del conocimiento. Esta preocupación será un tema constante a lo largo
de toda la filosofía posterior y estará presente en la reflexión actual sobre
la ciencia y su validez. Este interés de la filosofía por el conocimiento
responde al deseo permanente que el ser humano ha tenido por conocer. Sin
embargo, al satisfacer este deseo, el ser humano ha cometido errores que le han
llevado a cometer grandes desatinos; de ahí el sentido de la reflexión acerca
del conocimiento y por qué resulta apremiante la aclaración de cuestiones como
éstas: ¿qué podemos saber sobre el mundo?, ¿cuáles son los límites de nuestro
conocimiento?, ¿qué correspondencia hay entre lo que conocemos y las cosas del
mundo en que vivimos?
SABERES PREVIOS
1. ¿Qué diferencias encuentras entre conocer, saber, pensar y razonar?
2. Muchas veces habrás afirmado conocer algo. ¿Podrías decir si eso que afirmas
conocer responde a una realidad o es algo imaginado?
3. ¿Qué intereses mueven el conocimiento de la Luna: la mera inquietud
científica o intereses económicos?
4. ¿Cuándo dirías que una afirmación es verdadera?
5. ¿Podemos conocer algo más que aquello que captamos por los sentidos?
REALIDAD,
CONOCIMIENTO Y VERDAD
Todas las teorías del conocimiento se han planteado el problema de la verdad.
Si tenemos en cuenta que, al conocer, el hombre interpreta los datos de la
experiencia, se trata de investigar la posibilidad
de un conocimiento que vaya más allá de las opiniones del sujeto que conoce,
que no dependa de sus convicciones, sino que se atenga a lo que son las cosas.
La verdad tiene, así, como carácter distintivo la objetividad. Se refiere al
acierto en el conocimiento y responde a la pregunta, ¿qué conocemos sobre las
cosas?".
EL PROBLEMA DE LA VERDAD
A lo largo de la historia del pensamiento encontramos enfoques bien distintos
acerca de esta cuestión, sin que sea posible ofrecer una respuesta única y
concluyente. Si es cierto, sin embargo, que si la ver-
dad empezó siendo considerada una propiedad de los seres (verdad metafísica u
ontológica), hoy existe casi unanimidad en considerarla una propiedad del
conocimiento, de aquello que afirmamos sobre los
seres (verdad epistemológica).
La verdad ontológica
Para el pensamiento griego, la verdad (alétheia) era lo permanente de las
cosas, es decir, lo que había debajo de las apariencias, que es lo que captan
nuestros sentidos. La verdad sería alcanzable únicamente por la mente, por el
pensamiento, mientras que los sentidos sólo captan la apariencia, es decir, lo
variable de la realidad. De esta forma identificaban verdad y realidad aun
cuando para llegar a ésta fuese necesario un proceso de
"desvelamiento", de ir más allá de lo captable por los sentidos, para
conocer lo permanente, la auténtica realidad.
Este sentido del término es el que se aplica cuando afirmamos de alguien, por
ejemplo, que es un amigo de verdad (es decir, no un amigo en apariencia, sino
un amigo auténtico, real).
La verdad epistemológica
Un nuevo sentido del concepto de verdad viene introducido
por el vocablo latino veritas, que apunta más bien a la exactitud y el rigor en
aquello que se afirma. Es verdadero aquel relato que es fiel y exacto. De este
modo, la "verdad" se desplaza de los objetos a aquello que se dice de
los objetos. Deja de constituir una propiedad del ser para convertirse en una
propiedad de nuestro conocimiento de las cosas. De ahí que hablemos de verdad
epistemológica. Este es el sentido que prevalece en la actualidad, y el que
usamos cuando decimos, por ejemplo, "Juan ha dicho la verdad". Con
todo, este concepto de verdad todavía implica una fuerte relación con el
concepto de realidad. Es verdadero aquel enunciado que concuerde con la
realidad de los hechos, y falso, el que no se corresponda con dicha realidad.
Por ello, surge un tercer concepto de verdad, entendida como el acuerdo del
pensamiento consigo mismo, esto es, como ausencia de contradicción. A esta
verdad la denominamos verdad lógica.
Texto 1
Hay dos clases de verdades: las de razón y las de hecho. Las verdades de razón son necesarias su opuesto es imposible; y las de hecho son contingentes y su opuesto es posible. Cuando una verdad es necesaria, se puede hallar su razón por medio del análisis, resolviéndola en ideas y verdades más simples hasta llegar a las primitivas. Es de este modo como, entre los matemáticos, los teoremas [...] son reducidos por medio del análisis à las definiciones, axiomas y postulados.
G. W. LEIBNIZ: Monadología
¿Qué diferencia existe entre las verdades de razón y las verdades de hecho?
LOS
CRITERIOS DE VERDAD
Pero no basta con saber qué entendemos por verdad. Necesitamos saber cuándo un
enunciado es verdadero o falso, y aquí, una vez más, no existe un criterio
único, sino una pluralidad de teorías que hay que
entender más como complementarias que como opuestas entre sí. En primer lugar,
atenderemos a una distinción fundamental para determinar cuándo una proposición
es verdadera. Se trata del viejo
problema de las verdades de razón y las verdades de hecho, que ya planteara
LEIBNIZ en el siglo XVII, o, en términos actuales, el de las verdades formales
y las verdades empíricas.
Esta distinción nos abrirá el camino a
las dos grandes teorías de la verdad, la de la correspondencia o adecuación y
la de la coherencia o no-contradicción. A éstas, debemos añadir otras formas de
entender la verdad como son la teoría pragmatista o utilitarista, la
relativista o, la más reciente teoría de la verdad como consenso.
Verdad empírica y verdad formal
A partir de la época moderna, el problema del conocimiento se centra sobre todo
en el conocimiento científico. Así, al hablar de la verdad se tiene en cuenta
que hay dos tipos de proposiciones científicas: empíricas y formales y se
distingue, por tanto, entre verdad empírica y verdad formal.
a)
En
las proposiciones empíricas la verdad depende de la correspondencia entre lo
que se afirma en la proposición y la realidad, y sólo puede determinarse por
contrastación con la experiencia;
por ejemplo, la proposición "hoy llueve" será verdadera si podemos comprobar
que llueve.
b)
En
las proposiciones formales la verdad depende de la coherencia* o no
contradicción de la proposición con el resto de las proposiciones del sistema
al que pertenezca. Por ejemplo "3+2=5" es una proposición aritmética que
es verdadera porque no contradice las reglas de la suma.
La verdad como correspondencia o
adecuación
En líneas generales se corresponde con el criterio expuesto anteriormente de
verdad empírica.
a teoría que ya fue expuesta por ARISTOTELES y ha devenido clásica, tiene la
virtud de coincidir con el sentido común. Sin embargo, cuando se profundiza un
poco más se torna problemática. Situar la verdad en el acuerdo adecuación entre
el pensamiento y la realidad supone des premisas cuando menos cuestionables.
a) Que existe una realidad objetiva e independiente del pensamiento.
b) Que el pensamiento puede acceder a esta realidad externa a él y concordar
con ella.
La aceptación de ambos supuestos conduce
al realismo. Su negación nos lleva al idealismo. Y, en cualquier caso, no está
muy claro que la realidad sea "eso que percibimos por los sentidos, por lo
que si
queremos mantener este criterio de verdad deberemos afinar al máximo nuestro
concepto de realidad.
La verdad como coherencia o no contradicción
Corresponde en términos generales al concepto de verdad formal, pero puede
extenderse también al campo de las ciencias empíricas. La verdad se entiende
como la coherencia de una proposición
con el resto de enunciados del sistema al cual pertenece.
Esta teoría tiene la virtud de definir el concepto de verdad sin necesidad de
hacer referencia a una realidad exterior. No necesitamos salir del pensamiento
para determinar qué es lo verdadero o lo falso. Basta con que aquello que
afirmemos no entre en contradicción con el resto de enunciados del sistema.
En las ciencias formales este es el
criterio de verdad fundamental. Un enunciado es verdadero si es compatible con
el conjunto, es decir, si se puede deducir de los axiomas y principios de dicho
sistema. En caso
contrario, es falso, Por ejemplo, el enunciado, "la línea recta es la
distancia más corta
entre dos puntos" es verdadero en la geometría euclidiana, porque se
desprende de sus axiomas y principios, pero no lo es en las llamadas geometrías
no euclidianas, cuyos axiomas son distintos.
La verdad como evidencia
Este criterio no excluye al anterior, sino que lo complementa. Es el criterio
expuesto por DESCARTES, para quien sólo son verdaderas aquellas proposiciones
que no contengan el más mínimo motivo de duda, es decir, que se presenten a
nuestra mente de forma clara y distinta. En el caso de los axiomas científicos
-"Por dos puntos cualesquiera sólo puede pasar una recta", y de los
principios lógicos - "No es posible que se den A y no A al mismo
tiempo", que sirven de fundamento a las ciencias formales axiomáticas.
La verdad como utilidad
Se trata de la formulación pragmatista de la verdad. La verdad coincide con lo
útil, entendiendo por tal, aquello que se verifica en la práctica, es decir,
aquello que conduce a resultados positivos, Es una concepción dinámica de la
verdad, siempre provisional y muy ligada a los resultados prácticos. La
proposición "la democracia es mejor sistema político que la
dictadura" se considera verdadera por los beneficios que se derivan de
adoptar aquel sistema, tales como mayores libertades o pluralismo político. Esta
concepción de la verdad está muy próxima al relativismo, y ha tenido defensores
a lo largo de la historia, desde los sofistas griegos hasta los utilitaristas
anglosajones de los siglos XIX y XX, como W. JAMES. Otras teorías de la verdad
que podemos mencionar son la teoría relativista, muy extendida y según la cual,
lo verdadero y lo falso dependen de las circunstancias históricas, geográficas,
económicas o culturales del momento, y la teoría del consenso*, que da a la
verdad un carácter intersubjetivo al entenderla como un acuerdo entre los
hablantes en una situación ideal de diálogo.
TEXTO 2
Si un individuo cree de hecho todas y sólo las ideas en que le resulta racional creer, o al menos está siempre dispuesto a modificar su sistema de creencias en tal sentido, diremos de él que es racional en sus creencias. Si cree más ideas que las que racionalmente puede creer, diremos que es un dogmático; si cree menos, un escéptico.
J. MOSTERÍN:
Racionalidad y acción humana
• ¿Qué expone el texto acerca de la actitud ante el conocimiento?
LA
ACTITUD FILOSÓFICA ANTE EL CONOCIMIENTO
Nuestra experiencia nos lleva a afirmar que somos capaces de describir un mundo
compuesto por objetos que se comportan de acuerdo con nuestras expectativas.
Este hecho nos permite afirmar
que conocemos el mundo. Sin embargo, también todos hemos experimentado que en
muchas ocasiones nos hemos equivocado al afirmar algo o al creer que lo que veíamos
era una cosa, cuando resultaba ser otra distinta. Ello nos impulsaría a afirmar
nuestra ignorancia. Esta experiencia contradictoria es el fundamento de la
pregunta
sobre la posibilidad del conocimiento. Desde antiguo han existido dos formas de
plantear el problema, el escepticismo y el dogmatismo. Entre ambas, sin
embargo, cabe considerar una tercera posibilidad, la actitud crítica.
EL ESCEPTICISMO
La experiencia del cambio constante de las cosas y los diferentes aspectos que
adoptan, expresado por HERACLITO (siglo VI a.C.) con la afirmación de que
"a la naturaleza le place ocultarse", hizo pensar a los filósofos
griegos que tras esas apariencias cambiantes se escondía algo que, sin ser
captado por los sentidos, constituía su componente último.
La imposibilidad de alcanzar un acuerdo
a la hora de determinar cuáles eran en concreto estos elementos, llevó a
algunos filósofos, los llamados sofistas, a dudar de nuestra capacidad de
conocer la realidad de las cosas. Con los sofistas, pues, hace su entrada el
escepticismo en la filosofía.
Una de las primeras actitudes escépticas de la que tenemos constancia es la del
sofista GORGIAS (siglo V a.C.). Su desconfianza radical sobre la posibilidad de
alcanzar un conocimiento verdadero se expresa en las tres afirmaciones
siguientes: "nada existe; si algo existiera no lo podríamos conocer, y,
finalmente, aunque algo existiera y lo pudiéramos conocer, no lo podríamos
comunicar".
El mérito de este pensador es el haber planteado de forma tan radical y tan
tempranamente, una doctrina, el escepticismo, cuyo núcleo es la negación de
todo conocimiento firme u opinión segura.
La base de este planteamiento es la afirmación de que a toda proposición es
posible contraponerle otra, de tal forma que todas las opiniones tienen el
mismo valor. No hay, por lo tanto, razones mayores
para aceptar una opinión u otra, y la única postura honrada es la "epojé",
suspender el juicio, a fin de llegar a la tranquilidad del alma perdida por el
afán de conocer.
Por otro lado, un escepticismo radical
puede conducir a la parálisis intelectual (no es preciso investigar dado que no
podemos conocer la verdad) y a la desorientación moral (no hay nada que sea
preferible a otra cosa). Grandes dosis de escepticismo nos llevan a la pasividad
y a la inacción. En pequeñas proporciones, sin embargo, la actitud escéptica
puede resultar beneficiosa tanto para la ciencia como para la vida práctica,
donde resulta un antídoto eficaz contra todo tipo de prejuicios morales,
fanatismos religiosos e ideologías totalitarias.
El escepticismo moderado
Otra versión más matizada del escepticismo es la que aparece en el
Renacimiento, de la mano de autores como MONTAIGNE, CHARRON o F. SÁNCHEZ, y se
desarrolla a lo largo de la edad moderna, culminando en la figura de HUME.
Medio siglo antes que DESCARTES, el ensayista francés MICHEL DE MONTAIGNE
(1533-1592) resaltaba ya la importancia de la duda en el conocimiento humano.
El sabio duda de todo: la duda es la expresión de su sabiduría. Si la razón
cree captar algo inmutable o eterno, se engaña No es posible, pues, que exista
una ciencia verdadera, dado que tanto el mundo físico como las costumbres de
los hombres son una realidad cambiante, de tal modo que no es de extrañar que
no haya cuestión o problema que no sea objeto de disputa. En la filosofía
moderna destaca especialmente el escepticismo de DAVID HUME (1711-1776).
Nuestro conocimiento del mundo se convierte, por tanto, en un asunto de
creencia. Creemos que lo que ha ocurrido en el pasado seguirá ocurriendo en el
futuro. Cualquier intento de justificación teórica se convierte en un enunciado
sin sentido.
No nos queda más que aceptar que nuestro conocimiento se limita a los fenómenos
que se manifiestan a los sentidos y que nuestras afirmaciones sobre el mundo
son producto de nuestra imaginación. No podemos conocer si responden a la
realidad. Se trata, por lo tanto, de una postura escéptica que muestra que el
conocimiento está limitado. Sin embargo, el mismo HUME toma precauciones
consciente de que una postura de radical escepticismo no es útil para la vida.
La misma naturaleza nos ha investido de la necesidad de juzgar al igual que de
la de respirar. Para vivir nos basta está limitada forma de conocimiento, e ir
más allá de esos límites es aventurarse en un terreno incierto.
TEXTO 3
Pues bien, desde ahora decimos que el fin del Escepticismo es la serenidad de espíritu en las cosas que dependen de la opinión de uno, y el control del sufrimiento en las que se padecen por necesidad.
En efecto, cuando el escéptico, para adquirir la serenidad de espíritu, comenzó a filosofar sobre lo de enjuiciar las representaciones mentales y lo de captar cuáles son verdaderas y cuáles falsas, se vio envuelto en la oposición de conocimientos de igual validez y, no pudiendo resolverla, suspendió sus juicios y, al suspender sus juicios, le llegó como por azar la serenidad de espíritu en las cosas que dependen de la opinión.
SEXTO EMPÍRiCO: Esbozos pirrónicos
¿Por qué afirman los escépticos que es necesario suspender el juicio?
EL DOGMATISMO
El Dogmatismo, como actitud ante el conocimiento, afirma la capacidad del
hombre para conocer, aunque admite la posibilidad de equivocarse. Suele
considerar que no todos los hombres son capaces de alcanzar la verdad ni de
investigarla adecuadamente, por lo que hay que enseñarles e incluso imponerles
la verdad. Cuando esto sucede, hablamos de un dogmatismo radical. Sin embargo,
la filosofía, como actividad condicionada por la actitud crítica, solamente puede
relacionarse con un dogmatismo moderado, que confía en las posibilidades de la
razón para alcanzar la verdad.
El dogmatismo radical
El dogmatismo, tomado en su sentido más radical, supone una confianza ilimitada
en nuestra capacidad para conocer. Partiendo de un realismo ingenuo, según el
cual las cosas son tal como se presentan, el hombre dogmático identifica el
conocimiento con su percepción subjetiva, con su opinión acrítica, muchas veces
infundada. Sólo admite como válida su visión de las cosas, que pasa a
constituirse como la verdad absoluta.
De este modo, lejos del necesario filtro de la crítica, el dogmatismo radical
conduce casi inevitablemente al error, en el plano epistemológico, y a los
prejuicios, en el plano psicológico. Impide el progreso del conocimiento y de
la ciencia, por un lado, y dificulta la convivencia en tolerancia, por el otro.
Sus efectos son, pues, nocivos tanto para el conocimiento como para la acción
racional.
El dogmatismo moderado
A diferencia del dogmatismo radical, el dogmatismo moderado o filosófico se
caracteriza por una confianza razonada en las capacidades humanas para lograr
un saber cierto del mundo. No es contrario a la actitud crítica, sino que se
funda en ella, tomándola como base necesaria desde donde poder edificar el
conocimiento.
Tal es el caso del filósofo racionalista
DESCARTES, quien se plantea la necesidad de establecer un punto de partida
firme que permita alcanzar la verdad por sí misma, independientemente de la
autoridad o las enseñanzas recibidas, Por ello someterá a duda todos los
conocimientos a fin de encontrar algún primer conocimiento cierto sobre el que
asentar a modo de axioma matemático todo el conocimiento.
Este principio será el "yo pienso, yo existo" -"pienso, luego
existo", que se manifiesta como una verdad indudable y se afirma en la misma
duda, ya que para poder dudar o ser engañado hay que existir. Este principio o
verdad indudable se manifiesta a la mente con claridad y distinción. Éstas son
las características que ha de tener todo conocimiento cierto, de tal manera que
son verdaderos todos los conocimientos que se presenten a un espíritu atento de
forma clara y distinta.
Del mismo modo que DESCARTES, otros muchos filósofos, desde PLATON hasta HEGEL,
pasando por ARISTÓTELES, SANTO TOMÁS o el propio KANT, han elaborado sistemas y
teorías con pretensión de verdad, es decir, han afirmado la posibilidad de un
conocimiento cierto de la realidad, si bien, en la mayoría de casos, el
concepto de realidad que defienden dista mucho del que hemos calificado como
realismo ingenuo, que toma por real aquello que, a menudo, no es más que apariencia.
TEXTO 5
El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas.
B. RUSSELL: Los problemas de la filosofía
¿Qué actitud cognoscitiva describe este texto?
¿Cómo valora el texto dicha actitud?
LA ACTITUD CRITICA
La actitud crítica es una actitud de cautela a la hora de admitir como cierto
cualquier conocimiento. El ser humano acepta espontáneamente como verdadero
aquello que capta a través de los sentidos o todo lo que puede hacer compatible
con lo ya conocido. A esto lo llamamos actitud natural frente al conocimiento.
Sin embargo, la actitud crítica exige distanciarse de esta actitud natural para
poder preguntarse cuales de esos conocimientos son verdaderos y cuáles falsos.
Este distanciamiento le permite fundamentar la posibilidad del conocimiento
atendiendo tanto a la propia capacidad del sujeto cognoscente como a las
características de los objetos conocidos, y supone, además, tratar de encontrar
la base de los posibles errores.
La actitud crítica ha de ser radical.
Nada relacionado con el conocimiento debe escapar a la inspección. A este
examen no escapa ni siquiera la propia razón a pesar de ser el único
instrumento adecuado para conocer
Por medio de la crítica se pretenden alcanzar tres metas: purificar,
fundamentar y delimitar el conocimiento.
·
Lo primero
significa no aceptar ningún conocimiento que antes no haya sido analizado
críticamente, rechazando todos aquellos que sean sospechosos de duda.
·
Lo
segundo consiste en buscar un fundamento o punto de partida que asegure que los
conocimientos adquiridos puedan ser considerados válidos y sin errores.
·
Lo
tercero exige establecer los límites de nuestro conocimiento, denunciando
cualquier intento de ir más allá de ellos.
CONDICIONANTES DEL CONOCIMIENTO
Al analizar el conocimiento, hemos visto que existen dos visiones bien
distintas del valor atribuido a la capacidad de conocer. Ahora bien, el
ejercicio de esta capacidad está condicionado por factores que influyen en cada
individuo cuando afirma que algo es verdadero o falso. Estos factores tienen que
ver con los posibles condicionantes de influencia social y con la relación que
guarda el conocimiento con la respuesta a las necesidades humanas.
DETERMINANTES SOCIALES
La razón debe ser crítica consigo misma y conocer su funcionamiento y
posibilidades, pero tenía que superar las limitaciones impuestas desde el exterior.
Estas limitaciones son los prejuicios o ideas preconcebidas, las
interpretaciones del mundo con las que uno se acerca a las cosas dando ya por
conocido el resultado.
Los prejuicios son formas de pensar, valores y comportamientos asumidos
acríticamente por los individuos de una determinada sociedad, que impiden un
modo autónomo de entender el mundo. Estas ideas son un impedimento para el
ejercicio libre de la propia razón y, tal como consideraba VOLTAIRE, deben ser
abandonados para poder enfrentarse al mundo con total independencia de juicio.
En este sentido señalan los ilustrados dos clases de prejuicios,
los religiosos y los civiles, cuya función fundamental es la de controlar a los
individuos, someterlos y poder seguir detentando el dominio
de la sociedad, sea por la influencia en las conciencias o por el control
de las conductas.
Esta dependencia de los prejuicios
genera una situación de minoría de edad, como dice KANT, de la que es necesario
salir a fin de poder ejercer con total autonomía la propia razón. Sin embargo,
por comodidad, el hombre acepta los prejuicios y es culpable de la falta de
conocimiento. Por eso, el propio KANT planteaba la solución: atrévete a
conocer, es decir, a pensar por ti mismo.
Más pesimista es la visión que sobre esa posibilidad se impone con el
nacimiento de la sociología, a partir del siglo XIX, con las ideas de
SAINT-SIMON (1760-1825) y COMTE (1798-1857) y, definitivamente, con los
análisis de E. DURKHEIM (1858-1917). La nueva perspectiva se fija, sobre todo,
en la relación entre el
individuo y la sociedad, es decir, en la aceptación obligada por parte del
individuo del puesto y tareas que le son asignadas en la sociedad a la que
pertenece.
Así, los análisis de MARX (1818-1883) sobre la superestructura, es decir, sobre
la vida social formada a partir de la realidad económica de una determinada
sociedad, le llevan a afirmar que la conciencia individual es un producto de la
sociedad y no algo creado por el individuo de forma independiente. En este
análisis, los prejuicios se manifiestan como imposiciones externas y
conscientemente diseñadas por los poderes, y habría que entenderlos más como
una manipulación que como un condicionante social.
TEXTO 6
La actitud crítica no "elimina" nuestra visión natural del mundo, sino que esta pura visión natural o espontánea de nuestro conocer adquiere dimensiones y perfiles de rigor susceptibles de muy diversas vías de justificación. En la actitud crítica no nos basta simplemente con conocer y saber que conocemos, sino que la actitud crítica ha de comenzar para poder formularse estas preguntas fundamentales: qué significa conocer, qué valor tiene el conocimiento, que seguridad puedo llegar a tener en la posesión de mis conocimientos.
La actitud crítica ha de empezar por ser una actitud de precaución por virtud de la cual yo no admita nada que no esté justificado en sí o en sus fundamentos. El término de esta actitud inicial de precaución será una actitud de
serena valoración, que no tiene en modo alguno por que conducir al escepticismo.
S. RABADE ROMEO: Estructura del conocer humano
• Diferencia la actitud crítica de la actitud natural.
• Señala las preguntas fundamentales de la actitud crítica
El conocimiento como construcción social
Cada individuo, al ser integrado en la sociedad, va asumiendo de forma
inconsciente por medio de la educación, tanto en la familia como en la escuela
o los grupos de amigos y en los puestos de trabajo
que desempeña, un conjunto de valores desde los que interpreta el mundo que lo
rodea y en el que vive, de modo que construye su propia visión de la realidad.
De esta forma asume aquello que es considerado como la realidad, aquello que se
manifiesta como objetivo y verdadero.
El conocimiento y los individuos son, pues, el resultado de una construcción
social. Ésta llega al individuo en los "universos simbólicos"
-lenguaje, derecho, instituciones sociales, con los que cada sociedad se
define. Cada individuo participa del conocimiento de acuerdo con lo asumido en
el proceso de interiorización propio de la socialización.
Desde este punto de vista no cabe hablar de un conocimiento objetivo capaz de
decir lo que las cosas son sino más bien de un conocimiento en el que la
objetividad está determinada por lo que la sociedad afirma que son las cosas.
CONOCIMIENTO E INTERÉS
Otra perspectiva en el análisis de los condicionantes del cono-
cimiento es la adoptada por JURGEN HABERMAS. En este caso se trata de analizar
los intereses o el carácter interesado que dirige el conocimiento. No se trata
de afirmar que el interés es algo que deteriora el proceso del conocimiento,
sino de saber que el conocimiento está dirigido por diversos tipos de interés y
que, dependiendo de ellos, se adopta un tipo de conocimiento u otro.
Tipos de interés
Según HABERMAS, tres son las necesidades o intereses que, a su juicio, aparecen
en el ser humano. En primer lugar, un interés técnico. Se manifiesta en las
ciencias naturales o empíricas y la tecnología. Nace de la necesidad de dominar
la naturaleza a fin de sobrevivir y mejorar las condiciones materiales de vida.
El segundo tipo de interés es el interés comunicativo. Surge de la necesidad
humana de desarrollar su vida en común con otros seres de su propia especie, en
la necesidad de comunicación. En este caso, no es posible establecer leyes empíricas,
sino que su método de trabajo es la hermenéutica, el diálogo y la
interpretación.
Por último, tenemos el interés emancipatorio. Se basa en la necesidad de todo
ser humano de librarse de las opresiones de cualquier tipo, sea material,
moral, psicológico, etc., a fin de alcanzar una mayor calidad de vida humana
porque el desarrollo del conocimiento aumenta la libertad.
Según el tipo de necesidades de que se trate, la respuesta del conocimiento es
distinta. Si la necesidad se refiere al mundo técnico o de la producción, el
conocimiento se dirige al dominio de la naturaleza y constituye el saber
científico. Se puede afirmar que el interés técnico dirige el conocimiento científico.
Se puede afirmar que el interés técnico
dirige el conocimiento científico. El interés comunicativo se manifiesta en las
llamadas "ciencias del espíritu", es decir, en las ciencias
humanistas y culturales. Finalmente, el interés de emancipación se manifiesta
en las ciencias críticas: la filosofía, las teorías sociales, el psicoanálisis,
etc.
Estos tres intereses, técnico, comunicativo y emancipador, constituyen los
elementos básicos de la autoformación del ser humano como ser natural. Sin
embargo, una vez que se haya dado respuesta en el plano teórico a estos
intereses y a los problemas que los generan, la labor aún no ha acabado. La
ciencia sigue planteándose nuevas metas, la interpretación descubre nuevos
sentidos y la filosofía y las teorías políticas o psicológicas siguen su tarea
crítica, explicativa o ajustadora de la conducta. El conocimiento recupera,
desde esta perspectiva, su función de hacer habitable el mundo y de contestar
al porqué de las cosas.
TEXTO 7
Prejuicios. Prejuicio es admitir una opinión sin haberla antes juzgado. De esta forma, en todas las partes del mundo inspiramos a los niños las opiniones que queremos antes de que puedan juzgarlas. Hay prejuicios universales y necesarios que se proponen inculcar la virtud (...).
Prejuicios religiosos. Si la nodriza os cuenta que Ceres proporciona una buena cosecha de trigo, o Visnú o Xaca se encarnaron varias veces, o Sammonocodom vino al mundo a talar su bosque, o que Mahoma o cualquier otro hizo algún viaje al cielo, y luego el preceptor viene a reforzar lo que la nodriza dijo, ya no se os borrará de vuestra imaginación en toda la vida.
VOLTAIRE: Diccionario filosófico
Subraya y destaca en el texto la definición de prejuicio.
¿Es un prejuicio religioso creer que una buena cosecha de trigo se debe a la intervención de la diosa Ceres?
TEXTO 8
El presupuesto general de la labor médica es, expresado en términos simples, que se debe conservar la vida como tal y disminuir tanto como se pueda el sufrimiento. Se trata de un presupuesto muy problemático. El médico, gracias a sus recursos, mantiene vivo al enfermo incurable aunque éste le suplique que le libere de la vida (...). La medicina no se pregunta si la vida es digna de ser vivida o cuándo deja de serlo. Todas las ciencias de la naturaleza responden a la pregunta sobre qué tenemos que hacer para dominar técnicamente la vida. Las cuestiones previas de si debemos conseguir, y en el fondo queremos, ese dominio y si ese dominio tiene verdaderamente sentido, no son tenidas en cuenta o, simplemente, son contestadas de antemano afirmativamente.
M. WEBER: El político y el científico
¿A qué interés responde el saber del médico? ¿Y el del enfermo incurable?
¿A qué tipo de saber correspondería el examen de las cuestiones previas que se mencionan en el texto?
ORIGEN Y LÍMITES DEL CONOCIMIENTO
Estableciendo el hecho de la existencia del conocimiento, a pesar de los condicionantes
que hemos analizado, se nos plantean dos cuestiones apremiantes de dónde
proviene nuestro conocimiento de las cosas y, en segundo lugar, hasta dónde nos
es dado conocer. El primero es el problema de origen o fuente del conocimiento.
El segundo, el de sus límites.
El racionalismo y el empirismo constituyen dos formas opuestas de afrontar ambas
cuestiones. El criticismo kantiano se presenta como una propuesta conciliadora y
de síntesis de las dos corrientes anteriores.
EL RACIONALISMO
El racionalismo representa la firme creencia en la capacidad de la razón humana
para alcanzar la verdad. Sometida a un riguroso método, la razón humana nos
permite afirmar la validez de sus conocimientos sobre el mundo, un mundo regido
a su vez por estrictas leyes racionales Entre los autores racionalistas podemos
destacar entre otros a PLATON, SAN AGUSTÍN, SPINOZA, LEIBNIZ Y HEGEL. No
obstante, el paradigma de filosofo racionalista lo constituye el pensador
francés del siglo XVII DESCARTES.
Origen y límites del conocimiento
DESCARTES se propone como tarea fundamental establecer un fundamento sólido
para las ciencias, con el fin de eliminar sus errores e imperfecciones, y así lograr
un conocimiento cierto. Y para este propósito considera que el instrumento más
apropiado es la propia razón dirigida por un método seguro.
Este método descarta por dudoso todo
aquello que conocemos por experiencia. Los sentidos son poco fiables y a menudo
nos inducen a error. Debemos basarnos exclusivamente en la razón, que es capaz
de
intuir los primeros principios indudables o ideas innatas* y deducir, a partir
de ellos, el resto de conocimientos.
En cuanto a los límites del conocimiento, los racionalistas afirman que el
conocimiento humano es potencialmente ilimitado. Si utilizamos bien la razón,
de ahí la importancia del método, podremos alcanzar cualquier conocimiento. El
error no es fruto de nuestras limitaciones o imperfecciones, sino de una
incorrecta utilización de nuestras facultades cognoscitivas.
En definitiva, al subrayar el carácter racional de la realidad, los racionalistas
no ven ningún obstáculo insalvable para alcanzar la verdad por medio de la
razón. El hecho de lograrlo o no responderá únicamente a nuestra voluntad y
perseverancia para dirigir correctamente nuestra razón.
TEXTO 9
Supongamos, pues, que la mente sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda instrucción, sin ninguna idea, ¿Cómo llega entonces a tenerla? [...] ¿De dónde extrae todo ese material de la razón y del conocimiento? A estas preguntas contesto con una sola palabra: de la experiencia; he aquí el fundamento de todo nuestro saber, y de donde en última instancia se deriva: "las observaciones que hacemos sobre los objetos sensibles externos, o sobre las operaciones internas de nuestra mente, las cuales percibimos, y sobre las que reflexionamos nosotros mismos, son las que proveen a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar". Estas son las dos fuentes de conocimiento de donde parten todas las ideas que tenemos o que podemos tener de manera natural.
J. Locke: Ensayo sobre el entendimiento humano
¿Cuáles son las dos fuentes del conocimiento según LOCKE?
¿A qué teoría racionalista se opone LOCKE en este texto?
EL EMPIRISMO
En la otra orilla epistemológica, el empirismo sitúa la experiencia como
origen, posibilidad y límite de todo nuestro conocimiento. Todo conocimiento,
pues, comienza y acaba con la experiencia. La razón, por sí misma, es incapaz
de producir ningún conocimiento. A lo sumo, puede reflexionar sobre los datos
que le proporciona la experiencia, ya sea por medio de la observación o de la
experimentación. De igual modo que el racionalismo, el empirismo es una
corriente epistemológica que atraviesa la historia del pensamiento.
ARISTÓTELES, SANTO TOMÁS DE AQUINO, OCKHAM, LOCKE O HUME, son algunos de los
filósofos empiristas más importantes.
Los
orígenes del conocimiento. Locke
JOHN LOCKE (1639-1700) establece los principios clásicos del empirismo moderno.
Su afirmación básica es que no existen ideas innatas que el entendimiento antes
de toda experiencia no es más que un papel en blanco
en donde y que todo conocimiento comienza en los sentidos. No hay más fuente
del conocimiento que la experiencia externa (sensación) o la interna
(reflexión).
Cuando
pensamos no hacemos más que combinar ideas cuyo origen está en la experiencia.
Siguiendo a LOCKE, el filósofo escoces DAVID HUME 1711-1776) afirma que nuestra
mente recibe de la experiencia un haz de impresiones y las organiza por medio
de las leyes de asociación de ideas, constituyendo así todo tipo de ideas
complejas e incluso imaginarias.
Los límites del conocimiento
HUME mantiene también que la experiencia es el límite de todos nuestros
conocimientos. Todos los conocimientos se reducen a impresiones e ideas.
Además, hay que tener en cuenta que las ideas son, simplemente, imágenes de las
impresiones que se producen en nosotros cuando reflexionamos sobre aquéllas. Por
ello, toda idea de la que no encontremos la impresión de la que deriva puede
ser rechazada. Así sucede con ideas como la de sustancia, ya sea material o
espiritual, a las que no corresponde ninguna impresión, consistiendo únicamente
en ideas complejas creadas por nuestra imaginación. Al criticar los conceptos
de Dios, sustancia y alma o yo, las ideas innatas cartesianas, HUME da un golpe
mortal a la metafísica racionalista y reduce considerablemente el alcance de
nuestro conocimiento.
Sólo nos queda, por lo tanto, aceptar lo
que proviene de la experiencia. El hábito, la costumbre y la creencia son las
que nos permiten construir un mundo con existencia en sí mismo más allá de las
impresiones actuales, único conocimiento cierto.
LA SÍNTESIS KANTIANA
IMMANUEL KANT (1724-1804) tiene en cuenta tanto las ideas pro- puestas por los
racionalistas como las planteadas por los empiristas, y formulará el problema
de los orígenes y los límites desde otronuevo punto de vista, preguntándose cómo
el individuo construye el objeto de conocimiento.
Para KANT el objeto de conocimiento es el resultado de una síntesis entre
aquello que nos es dado, el conjunto de impresiones sensibles que captamos, y
aquello que nuestra mente pone por sí misma, un conjunto de estructuras
formales que ordenan las impresiones brutas.
La cosa conocida (fenómeno) resulta de
la elaboración de los datos de los sentidos por nuestra forma de conocer. La
experiencia y la razón, pues, se necesitan mutuamente con objeto de poder
producir conocimiento.
Por otro lado, KANT establece límites al
conocimiento humano. Estos límites vienen dados por la experiencia, por un
lado, y por nuestra subjetividad, por el otro. Sólo conocemos de la realidad
los fenómenos, es decir, aquello que yo percibo y tal como yo lo percibo. Sin
embargo, lo que la realidad sea en ella misma (noúmeno) resta para nosotros un
completo misterio. No podemos despojarnos de nuestra subjetividad para captar
las cosas-en-si o noúmenos. Debemos conformarnos con un conocimiento limitado
por nuestra propia forma de percibir.
La teoría de KANT puede ser discutible, pero, a partir de él, ha quedado
establecida definitivamente la necesidad de tener en cuenta que el conocimiento
posee límites que están relacionados con la misma
forma de ser del ser humano, cuyo conocimiento parte de las sensaciones y que
posteriormente elabora con su razón. Ésta constituye la principal contribución
que KANT aportará a la teoría del conocimiento.
TEXTO 10
En la parte analítica de la crítica se demuestra: que el espacio y el tiempo son meras formas de la intuición sensible, es decir, simples condiciones de la existencia de las cosas en cuanto fenómenos; que tampoco poseemos conceptos del entendimiento ni, por tanto, elementos para conocer las cosas sino en la medida en que puede darse la intuición correspondiente a tales conceptos; que, en consecuencia, no podemos conocer un objeto como cosa en sí misma, sino en cuanto objeto de la intuición empírica, es decir, en cuanto fenómeno. De ello se deduce que todo posible conocimiento especulativo de la razón se halla limitado a los simples objetos de la experiencia.
I. KANT: Crítica de la razón pura
¿Cómo conocemos los objetos según KANT?
¿A qué se limita el conocimiento especulativo de la razón?
Actividad A
1. Define los siguientes conceptos: idea innata – fenómeno - noúmeno.
2. Expón las diferencias principales entre el Racionalismo y el Empirismo.
3. ¿Cuáles son los límites del conocimiento según KANT?
BIBLIOGRAFÍA
BERGER, P. L. y LUCKMANN, T.: La
construcción social de la realidad. Editores Amorrortu, Buenos Aires, 1972.
HABERMAS, J.: Ciencia y técnica como ideología. Editorial Tecnos, Madrid, 1984.
Conocimiento e interés. Editorial Taurus, Madrid, 1982.
HORGAN, J.: El fin de la ciencia. Ediciones Paidós, Barcelona, 1998.
POPPER, K.: Búsqueda sin término.
Editorial Tecnos, Madrid, 1985.
El universo abierto. Editorial Tecnos, Madrid, 1986.
RÁBADE, S.: Estructura del conocer humano. Editorial G. del Toro, Madrid, 1969.
Teoría del conocimiento. Ediciones Akal, Madrid, 1986.
RUSSELL, B.: El conocimiento humano. Ediciones Orbis, Barcelona, 1983.
TARNAS, R.: La pasión del pensamiento occidental. Editorial Prensa Ibérica,
Barcelona, 1997.
Comentarios
Publicar un comentario